11ª etapa: Melide - Pedrouzo
Una etapa larga en distancia 33 kilómetros, pero dulce en
dificultad, tuve claro que tenía que aislarme y procurar conservar la magia del
Primitivo todo el tiempo posible, para ello decidí madrugar y estar en marcha
lo antes posible, me levanté a las cuatro y media para estar ya en marcha como
muy tarde a las 5 de la mañana, eso me permitiría disfrutar de cierta soledad
durante las dos o tres primeras horas.
Me coloqué mi frontal luminoso y comencé a caminar en
completa oscuridad, ya lo había hecho en alguna etapa en mis anteriores caminos
por lo que no me resultó nada nuevo, es más, es una experiencia que aconsejo,
es fabuloso, sobre las ocho de la mañana, ya comenzaba a ver peregrinos y un
poco más adelante el Camino Francés se convertía en una auténtica romería,
hasta tal punto que pude comprobar como autocares llenos de turistas se bajaron
y comenzaban a caminar, observé como los conductores de esos autocares llevaban
un montón de credenciales en la mano para sellarlas mientras sus propietarios
avanzaban por los senderos, kilómetros más adelante, no más de 10, esos mismos
autocares estaban esperando a sus pasajeros para ser llevados al final de la
etapa, una auténtica vergüenza, pero no se puede hacer nada, peregrilandia se
ha instalado en el Francés y los girigrinos se gastan un pastón para vivir la
experiencia.
Fui previsor y reservé albergue en Pedrouzo por lo que a
mi llegada al pueblo ya tenía solucionado el tema del descanso. La etapa es
bastante bonita pero eso de ir en fila a modo de romería la hace poco
seductora, no creo que vuelva a enlazar en mis futuros caminos con el Francés,
pienso que esta masificación está destrozando el sentido del Camino y esto te
hace plantearte que lo importante no es llegar a Santiago, sino vivir el camino
día tras día y disfrutarlo.
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